jueves, 1 de julio de 2010

Gonzalo Martín

Me parece oportuno mencionar algo que suele estar fuera del debate y en lo que insisten muchos grandes analistas: en realidad, y esta es una aseveración que suele chocar, el público no ha pagado realmente por los contenidos, sino por acceder a ellos. Lo que se paga por un DVD va mayoritariamente a cubrir los costes de distribución y marketing, no al productor. Lo mismo pasa con la recaudación en salas. Sucede con la música y con los periódicos: el precio del periódico cubre el papel, imprenta, furgonetas y retribución del quiosquero y no se concibe su rentabilidad sin publicidad. Cuando los costes de distribución bajan a límites mínimos (el coste de una descarga para el usuario es virtualmente cero, copiar un archivo en un disco también) y no hay una experiencia de uso alternativa que sea percibida como de valor, la gente no parece querer pagar.Tiene bastantes visos de que sucedería lo mismo con la producción de zapatos: si yo pudiera reproducirlos en mi casa con un botón sin que eso impida el que los demás puedan tener zapatos (es decir, no habría escasez de zapatos), no pagaría por ellos. Pero a lo mejor pagaba porque un artesano de prestigio me los haga a mano en una copia única que no se puede obtener por otros medios. Por supuesto, esto trastoca todo: con seguridad habría zapatos y zapateros, pero no zapaterías. Como todo ejemplo, puede resultar reduccionista, pero creo que se entiende.


via: blogdecine.com

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